Consejo 1: Acuéstate a la hora correcta
A menudo nos acostamos a la hora equivocada (demasiado temprano o demasiado tarde). Pero irse a la cama sin tener sueño dificultará, sin duda, conciliar el sueño.
Por eso es esencial respetar tu ciclo y dormir lo suficiente. Para ello, debes determinar la hora de acostarte en función de la hora a la que te levantas por la mañana (sabiendo que, en promedio, los adultos necesitan unas 7,5 horas de sueño al día).
Es bueno saberlo: La necesidad de dormir y la hora de levantarse también fluctúan en función de nuestro cronotipo (madrugador, trasnochador) y de la necesidad de dormir (corto o largo).
Si te acuestas a la hora correcta, y tienes horarios fijos para acostarte y levantarte a una misma hora todos los días, tu reloj interno se estabilizará y dormirás más eficazmente. El cuerpo necesita regularidad para funcionar bien.
Irse a la cama a la hora correcta también significa escuchar a tu cuerpo y sus señales para conciliar el sueño. Por lo tanto, si sientes bostezos, un descenso de la temperatura corporal, una disminución de la atención, hormigueo en los ojos, etc., es hora de que te acuestes y te subas al tren del sueño.
Cuidado: si pierdes tu trenecito del sueño, tendrás que coger el siguiente, ¡1,5 horas más tarde!
Por ello, para no perder el ciclo de sueño, es importante saber escuchar las señales de endormecimiento. ¿Sabes cómo reconocer el tuyo?
Para desarrollar tu conciencia corporal, tómate un tiempo cada día para hacer este ejercicio.
Ponte cómodo en posición sentada. Cierra los ojos. Concéntrate en tus puntos de contacto de soporte: la espalda está en contacto con el respaldo, las nalgas y los muslos en contacto con la silla; los pies firmemente plantados en el suelo. Luego, de la cabeza a los pies, como si hicieras un escaneo del cuerpo, libera cada zona de tensión: frente, ojos, mandíbula, articulaciones de los codos, espalda, pecho, estómago, piernas. Cada vez, siente la relajación de tus músculos y las distintas sensaciones corporales.
Escuchar tus sensaciones significa escuchar tus señales de adormecimiento y, por tanto, tu sueño.