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de KIPLI

Entre la contaminación y la deforestación, un estudio sobre el mercado del mueble.

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Las formas de consumo evolucionan constantemente, transformando los mercados a medida que se adaptan a las nuevas tendencias. Estas tendencias son impulsadas por estudios y otros datos que alertan de la naturaleza nociva de ciertos productos. De esta manera, en los últimos años notamos una mayor demanda por parte de los consumidores que, al estar mejor informados sobre las composiciones y las condiciones de producción, desean tomar medidas adecuadas.

El sector alimentario fue el primero en verse afectado por este fenómeno. Desde los productos ecológicos, sin aditivos y sin gluten, hasta los productos con puntuación nutricional y de origen vegetal, los fabricantes han tenido que ofrecer productos más saludables y demostrar transparencia para mantenerse en el mercado. 
Pero hoy, este deseo de comprar de forma más sensata se está extendiendo a otros sectores. Los cosméticos, la ropa y los muebles también están en el punto de mira. Los productos naturales se están imponiendo en todas partes, son buenos para uno mismo y para el planeta, y son una garantía de calidad, siempre que no os dejéis engañar por el greenwashing. Las etiquetas, las certificaciones, y la transparencia de la producción, muchos son los indicios de que una empresa es fiable en su ecorresponsabilidad.
El mercado del mueble está inundado de productos de calidad media o mediocre, con composiciones perjudiciales para la salud y el medio ambiente. Afortunadamente, existen algunas reglas que seguir para garantizar un interior saludable y limitar los impactos ecológicos negativos. 

I - Cuando los muebles contaminan insidiosamente nuestros hogares

No siempre nos damos cuenta, pero la contaminación está en todas partes, incluso en nuestros hogares, donde puede ser de 5 a 10 veces mayor que la del exterior. Son muchas las fuentes de esta contaminación: el humo, las pinturas, los productos de limpieza... Pero ¿sabías que los muebles que se utilizan en casa también pueden liberar elementos tóxicos? Se denominan compuestos orgánicos volátiles o COVs
Varios estudios han demostrado que los COVs están presentes en la mayoría de espacios cerrados. La Agencia Nacional encargada de la Seguridad Alimentaria, Ambiental y del Trabajo (Anses) publicó un informe en 2015 en el que afirma que: "al menos 661 sustancias pueden ser potencialmente emitidas por los productos de mobiliario según el censo realizado"(1)

Entre estos COVs, uno está especialmente presente en nuestros interiores: el formaldehído.  

¿Qué es el formaldehído?
El formaldehído es una sustancia tóxica clasificada como carcinógeno de categoría 1B (se supone su potencial cancerígeno para el ser humano según la Anses) y que puede encontrarse en todos los hogares en mayor o menor medida. Se desprende principalmente de los productos de construcción, los muebles y los detergentes.
Además del potencial cancerígeno, la exposición crónica al formaldehído puede causar irritación de los ojos y de las vías respiratorias.

Pasamos la mayor parte del tiempo en nuestros pisos, casas, oficinas... La contaminación en interiores se ha convertido en un importante problema de salud pública. Y por una buena razón, según un estudio de la Agencia Francesa de Seguridad Medioambiental y Salud Laboral (Afsset): “La contribución del aire de interior a la exposición global por inhalación de formaldehído para la población sería del 98%” (2). 
Además, una encuesta realizada por la asociación Women in Europe for a Common Future (WECF) en colaboración con 60 millones de consumidores, puso de manifiesto que los bebés se ven especialmente afectados. La encuesta se realizó en cuatro países europeos, entre ellos Francia. Al parecer, el 40% de las habitaciones de bebés analizadas, presentan niveles superiores de COV (incluido el formaldehído) a los valores establecidos de manera internacional. En efecto, como sus dormitorios suelen estar completamente renovados y equipados, esencialmente con muebles nuevos, procedentes de tiendas de gran distribución, esto favorece la difusión de sustancias nocivas para la salud. Por último, la Asociación Francesa de Salud y Medio Ambiente (Asef) también realizó un estudio en 2009 para medir los niveles de formaldehído emitidos por 4 tipos de cunas diferentes del sector minorista(3).
Los resultados indican que todas las cunas probadas emiten una cuarta parte del valor de formaldehído establecido por la Asef.

Como se puede ver, hoy en día es difícil escapar de esta sustancia, puesto que el formaldehído está en todas partes, sin mencionar otras sustancias nocivas. Los muebles, que podríamos considerar inofensivos, son una de las principales fuentes de emisión de COVs. Los tableros de aglomerado o contrachapado, utilizados y procesados para la producción de una gran parte de los muebles comerciales; están encolados, barnizados, tratados o incluso pintados con estas sustancias, convirtiéndose en emisores de COVs en su forma final, especialmente en sus primeros años de uso.

Además de los humos tóxicos, la gran mayoría de los muebles son también un desastre ecológico. Al igual que existe la moda rápida, que consiste en renovar frecuentemente las colecciones para hacer que la gente compre continuamente, el fenómeno también existe en el sector del mueble. Esto se llama mobiliario rápido. Y al igual que en el sector del “listo para llevar”, la calidad no está realmente en primer plano, sino que se recurre a la producción en serie, lo que no es muy ético, ni para los actores implicados en el proceso de fabricación, ni para el medio ambiente. 
Los muebles del mercado masivo tienen una vida corta y son difíciles de reciclar. En cualquier caso, una vez desgastados, no se pueden utilizar como un artículo de segunda mano, como solían ser los muebles de nuestros abuelos, que duraban toda la vida y más. 
Como en toda producción en masa, hay muchos abusos. Desde el suministro de la madera, hasta la distribución del producto acabado, nos adentramos en un mercado opaco en el que prima la cantidad sobre la calidad, con fabricantes sin escrúpulos.

II - Producción cuestionable con consecuencias desastrosas

En Francia hay una cantidad considerable de bosques. Por una buena razón, somos el cuarto país de Europa con mayor superficie forestal. 
La madera más común que se encuentra en el país es el roble, que es robusto y duradero. Sin embargo, la industria francesa del mueble se enfrenta a la escasez de madera. Sorprendentemente, la madera francesa escasea en Francia. Las exportaciones a Asia y Estados Unidos son cada vez más importantes (sobre todo después de lo peor de la crisis de Covid), lo que ha provocado un aumento del precio de las materias primas y, por tanto, del producto final. Esto se ve respaldado por el hecho de que Rusia ha detenido todas las exportaciones de madera de roble. La Federación Nacional de la Madera (FNB), incluso, ha lanzado una petición para detener la exportación de troncos de roble. 
Según los datos aduaneros, entre enero y mayo de 2021, se exportaron 187.167 m3 de roble francés sin transformar a China, país que desea preservar sus bosques. Esto representa un aumento del 42% en comparación con el año 2020. Esta madera, al igual que otras maderas blandas (pino, picea, abeto, etc.), se utiliza en el mercado chino, primero para su transformación en el continente asiático y posteriormente su reventa en Europa. Una huella de carbono desastrosa para que un mueble llegue al cliente final.

Esta aberración desequilibra el mercado de madera francés y perjudica a los aserraderos y artesanos franceses. 

Los aserraderos son las principales industrias de transformación de la madera. La madera sufre una primera transformación, para después ser enviada a carpintería o ebanistería.
El número de aserraderos ha disminuido drásticamente en Francia. En los años sesenta había casi 15.000, en los ochenta casi 5.000 y hoy en día, hay menos de 1.500. Un oficio que se está perdiendo a manos de los gigantes del sector. 

Otro problema que afecta a todos los países productores de madera es el tráfico ilegal de madera. Según la WWF, entre el 15 y el 30% de la producción mundial de madera se explota ilegalmente. Según la Interpol, este mercado ilegal representa entre 51 y 152 mil millones de dólares al año.
Francia también se ve afectada por el tráfico de madera, siendo el mayor afectado el roble, el cual permite abastecer mercados paralelos. En 2018, un informe de Greenpeace destacó el hecho de que empresas francesas (y de otros países) estaban implicadas en la importación de madera procedente de tráficos fraudulentos.(4)
Incluso se acusa a algunos grandes actores de abastecerse ilegalmente. Este es el caso de IKEA, que fue investigado por la ONG medioambiental Earthsight. Se alega que la empresa se abastece de pino ruso procedente de la tala ilegal, pero esta niega las acusaciones.
Se trata de un escándalo ecológico y ético que tiene un importante impacto negativo en el medio ambiente, además de perjudicar a las poblaciones locales que dependen de los bosques, especialmente en las zonas tropicales.
De hecho, este fenómeno provoca una aceleración de la deforestación y un desequilibrio de la biodiversidad. 

Se trata de una situación sombría de la que todos somos responsables, en mayor o menor medida. Después de ser conscientes de la situación, es necesario actuar, y cada uno puede trabajar a su nivel para limitar los impactos negativos de esta industria.

III - Un mundo más sostenible a través del consumo sensato

Si hay abusos, es porque el mercado tiene que adaptarse a un consumo cada vez más frenético. Estamos tentados a renovar nuestros muebles que se desgastan rápidamente o a cambiar nuestra decoración interior. Animados por un mobiliario rápido que ofrece regularmente nuevas colecciones. 

Pero como hemos visto, las consecuencias de ese patrón de consumo repercuten en nuestra salud y en el planeta. 
Cada vez son más las personas que quieren cambiar sus hábitos gradualmente para no participar indirectamente en estos patrones de consumo.
Afortunadamente, existen varias soluciones para crear un entorno saludable. 
Esto puede comenzar con pequeñas y sencillas acciones, como ventilar la casa regularmente u optar por un purificador de aire. Para más información sobre este tema, puede consultar la guía sobre el aire interior: aquí

Cuando se está en un enfoque eco-responsable y se desea hacer un cambio de los muebles, se pueden seguir ciertas reglas para contribuir un poco más. En primer lugar, puedes comprar en un mercado de segunda mano, aunque no siempre es fácil encontrar muebles a tu gusto y sobre todo saber cómo están hechos. 

Cuando se trata de muebles nuevos, puedes recurrir a empresas especializadas en muebles ecológicos. En general, hay transparencia en la cadena de producción y puedes encontrar información precisa. Normalmente, esto sucede si estas empresas son francesas, al igual que su producción. En KIPLI, todos nuestros muebles se fabrican localmente. Trabajamos con artesanos que sólo trabajan con madera proveniente en su mayoría de Francia, y que procede en su totalidad de bosques gestionados de forma sostenible.

Para estar seguro del origen de la madera, puede confiar en dos etiquetas: FSC y PEFC

Las etiquetas FSC y PEFC 
 
- La etiqueta FSC, Forest Stewardship Council, es una ONG internacional cuyo objetivo es garantizar el uso de madera sostenible para mantener la biodiversidad.
- La etiqueta PEFC, Programa de Reconocimiento y Certificación Forestal, es una ONG que garantiza la mejora continua de la gestión forestal.
 

Elige muebles de madera maciza que hayan sido muy poco procesados. Serán fuertes, duraderos y mucho más saludables. Puedes preguntar por los productos utilizados para el montaje de las piezas o por los acabados. Como puedes imaginar, cuantos menos productos se utilicen, mejor. Las colas, barnices o ceras pueden ser de base acuosa, sin ftalatos y sin COVs. No dudes en pedir detalles al fabricante. Cuanto más transparentes sean sobre el proceso de fabricación, más seguro estarás de que controlan la composición de estos productos. 

Elegir productos con un diseño sobrio y atemporal limitará el efecto de la moda rápida. Tendrás menos tentaciones de renovar tu interior regularmente, pues estos muebles se adaptan a todo tipo de interiores. Elegir actores comprometidos del sector, que abogan por la transparencia y la ecorresponsabilidad, trabajando con artesanos locales, es una apuesta segura para equiparse con muebles de calidad.

Conclusión

Todos tenemos la responsabilidad de construir un mundo más ético y de preservar nuestro precioso ecosistema. Aunque los excesos de algunos fabricantes tienen consecuencias importantes, debemos actuar individualmente y según nuestras posibilidades para que aparezcan productos más ecológicos y se prohíban los que incluyen sustancias nocivas.
Empresas como KIPLI, con fuertes valores, han asumido el reto de ofrecer alternativas saludables y sostenibles para el mobiliario del hogar. Más que nunca, podemos estar orgullosos de trabajar con artesanos afines para desarrollar gamas de productos fabricados con materiales nobles, que se han extraído respetando el medio ambiente. 
Las exigencias de nuestros clientes nos llevan a ser transparentes y precisos en la fabricación de nuestros muebles. Estamos encantados de ver que las preguntas que recibimos son cada vez más específicas sobre la composición de nuestros productos, señal de una compra razonada y pensada para nosotros y para el planeta. 

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